Hola amigos,
He de decir que básicamente soy activo, pero hace muchísimos años, aun no había estado con ninguna trans ni con ningún hombre, tuve una experiencia como pasivo. A partir de aquel día mi percepción sobre la sexualidad cambió, y desde entonces he practicado sexo con mujeres, hombres y, sobre todo, con transexuales.
Acababa de cumplir los 19 años y con unos amigos, fui a una fiesta de disfraces. La fiesta era en una discoteca centrica de València. Yo elegí, no sé si es que inconscientemente ya me pedía el cuerpo guerra, pero el caso es que elegí disfrazarme de chica. Con mis 19 años, flaquito como estaba y con la cara de niño que siempre he tenido, tengo que decir que era una "chica" bastante guapa, lo cual dió pie a más de una equivocación en la discoteca. Lo pasé de maravilla contorneando mi cuerpo en la pista, y evidentemente bebí bastante. Al fin y al cabo era una fiesta.
A las 3 de la madrugada era la hora marcada por mis padres para volver a casa, pero mis amigos tenían suelta hasta las cuatro, así que como tantas otras veces, salí de la discoteca y busque un taxi.
Paró uno y el conductor de unos 50 años y me miró de arriba a abajo. Yo, evidentemente le expliqué que no se preocupara que venía de una fiesta de disfraces. El buen hombre se rió y me dijo que subiera. Cuando iba a abrir la puerta trasera me dijo que si me daba igual, que el prefería que me sentara en el asiento de copiloto así podíamos hablar durante el trayecto. No problem. Me subo y tiramos a andar. El tipo tenía un poco de barriga y era bastante corpulento. Nos pusimos a hablar de temas vanales pero yo empecé a mosquearme porque no dejaba de mirarme. Sentía una extraña sensación; por una parte me daba un poco de miedo pero por otra encontraba excitante el hecho de que un tío de más de 50 años me mirara de aquella manera. Yo respondía a sus preguntas cada vez con más vergüenza, después observé que no dejaba de tocarse el paquete y que además aquello no paraba de crecer. Decidí no mirarle más, ya que me daba mucha vergüenza. Llegamos a un semaforo y pasandome el brazo por la nuca me dijo que no tuviera vergüenza, que aquello era muy normal y que aunque me excitara la situación, eso no me hacía menos hombre. Empezó a acariciarme el cuello y me dijo que le mirara la entrepierna. Miré de soslayo y vi como se había sacado la poya y no dejaba de sobarsela. A todo esto yo no soltaba ni palabra, pero notaba que a mi también se me había empalmado. Como vió que no protestaba decidió pasar a la acción y me dijo: Vamos por esta calle que al fondo hay un solar en el que podremos estar tranquilos. Me sorprendí a mi mismo moviendo la cabeza afirmativamente. Cuando llegamos aparcó entre dos camiones y se bajó los pantalones y los calzoncillos, entonces vi que su poya era enorme, mucho más grande que la mía y sus huevos también. Me subió el top, me quitó el sujetador con relleno y empezó a magrearme los pezones mientras que con la otra mano no dejaba de masturbarse. Yo estaba a punto de rebentar, y además el hecho de ir vestido de chica aun me ponía más. Reclinó un poco los asientos y me cogió de la nuca acercando mi boca a su poya. Yo ofrecí un poco de resistencia, pero el me decía que no me preocupara que me iba a gustar. Al final accedí y empecé chuparsela muy cuidadosamente. Él con una mano me tocaba el culo mientras que con la otra empujaba mi cabeza para metermela más adentro. No dejaba de gemir y yo cada vez estaba más excitado. Después reclinó los asientos por completo se tumbó y se quitó la camisa. Yo mientras me quité las bragas para que pudiera continuar acariciandome el culo. En una de esas empujó con fuerza mi cabeza contra su entrepierna, de manera que la tuve toda dentro de mi boca. Me atraganté y saqué su poya de mi boca, él aprovechó para pegarme con la poya en la cara mientras yo tosía. Cuando acabé de toser me hizo que le chupara los huevos, que apenas me cabían en la boca y mientras ya me había metido un dedo en el culo casi sin que yo me diera cuenta. Así estuvimos un buen rato hasta que sacó la poya y me dijo que me la iba a meter. Yo ya estaba tan caliente que todo me daba igual, así que no dije palabra y lo dejé hacer a él. Salímos del coche y me hizo ponerme con las manos encima del capo del taxi, después me subió la falda y empezó a fregar su poya contra mi culo, luego se echó saliva en el pene y empezó a empujar. Al principio sentí un fuerte dolor y le pedí que la sacara, pero el lejos de hacerlo la metió más adentro diciendome que me dejara hacer, que ya vería como me iba a gustar. Tenía razón al cabo de un rato el dolor desapareció y empecé a sentir placer. Mientras me follaba, con las manos magreaba mis pezones y me susurraba al cuello cosas como: "que guapa eres", "te voy a follar hasta el final" o la que más me excitó "me voy a correr dentro de tu boca". Empezó a follarme con más fuerza al ver que me excitaba y entonces de repente me corrí, sin tocarmela ni nada. Fue una de las corridas más salvajes de mi vida, creo que hasta babeé y dejé una buena mancha de semen en la carrocería del taxi. Entonces me dijo: "Ahora me toca a mí". La sacó, me cogió de la nuca y me hizo ponerme de rodillas a la altura de su poya. Cuando iba a mamarsela me dijo que no lo hiciera que simplemente abriera mi boca y le mirara a la cara. Le obedecí y pude observar como aquel hombre disfrutaba y se corría en mi cara. Me manchó todo. Tenía lefa por todo el pelo y me caía de la boca. Cuando acabó empezó de nuevo a golpearme con la poya en la cara mientras no dejaba de gemir y decirme lo puta que era. Finalmente sacó una bolsa de clinex y me dijo que se la limpiara. Después nos volvimos a subir al taxi, me llevó a mi casa sin decir nada en todo el trayecto. Eso si, no me cobró el viaje.
Desde que tuve aquella experiencia mi vida cambió como ya he dicho antes. Y creo que algunas de las cosas que aquel hombre me hizo son las que más disfruto, eso si, ahora haciendolas yo.