Antes que nada quiero pedir disculpas por mis faltas de aportaciones en este foro. Creo que son importantes para que otros como yo consulten o salgan de dudas, vean y comparen, afirmen o discrepen,....., es decir, enriquezcan este medio.

El pasado viernes tuve una nueva experiencia. Después de una comida de trabajo, con su consiguiente sobremesa de copas, me sentí animado a volver a probar las divinidades que las chicas son hacen sentir. Esas que como a mi solo las experimento en una absoluta intimidad y clandestinidad, fuera de mi "mundo real".

Me he quejado muchas veces de la falta de oferta, sobre todo si comparo con otras ciudades en las que las Divas que todos sabemos tienen su residencia. Pero a veces el morbo puede mas que nada y te hace probar a chicas que pueden ser menos conocidas, sin comentarios en los foros, pero no por ello menos profesionales. Y Beredice lo fue.

Veo su anuncio en una pagina local y la llamo. Me coge el teléfono enseguida. Es muy simpática y trasmite mucha naturalidad y sencillez. Le pregunto por sus servicios y por el precio, ya que busco estar al menos una hora, pero no me gustan las sorpresas de los suplementos (la experiencia es un grado). Sus tarifas me parecen bien y concreto la cita preguntando por el lugar donde esta el piso. La dirección es muy conocida, a las afueras pero de fácil aparcamiento, pues tiene muy próximo un centro comercial. Quedo con ella en media hora.

Me desplazo hasta allí con mi coche, aparco con facilidad y salgo a la calle a buscar la dirección. De primer momento estoy un poco perdido y me paso de largo, la llamo, corrijo y mi sorpresa es que aunque es un edificio la puerta del piso da directa a la calle desde un bajo. Casi en penumbra veo que me espera tras la puerta, me acerco y paso.

Mi primera impresión es buena. Es rubia, alta y ademas lleva tacones, un cuerpo escultural, y lo que llaman mucho la atención son sus enormes pechos, que rebosan fuera de su top. Nos presentamos con un par de besos y me hace pasar a través de su piso (nuevo, amplio y limpio, buena impresión) hasta una habitación completa, con ducha incorporada y un gran espejo en la pared. Mientras la sigo no puedo quitar la vista de su escultural figura y ese bonito culito que tiene.

En la habitación hablamos un poco, me pide que me ponga cómodo y le pido algo de beber (mi estomago es como una caldera después de la revancha de copas). Zumo de piña es una buena alternativa. Mientras hablamos nos vamos desnudando, algo que luego me doy cuenta que lo hacemos con total naturalidad. Me cuenta que es uruguaya (error de mi, le había dicho que hablaba muy bien el castellano, pensando que era brasileña). Me cuenta que viaja mucho, por España y por Europa, y que en breve se retirara de este mundillo. Le pago lo acordado y pasamos al tema.

Cuando vuelve me pide que nos pongamos en la cama y allí tendidos nos ponemos a comernos a besos. Pero tardo poco en dirigir mi mirada a aquellos grandes pechos que le había echado el ojo rato a tras. Son enormes, aunque sus pequeños pezoncitos son difíciles de localizar. Me entretengo y deleito en ellos, mientras ella juguetea hábilmente con sus manos entre mis piernas, haciendo que mi miembro crezca hasta parecer que me iba a explotar.

Mi segundo asalto la dirijo a su miembro, de tamaño y grosor normal, de suave tacto y rico sabor. Lo saboreo de arriba abajo, me entretengo relamiendo su glande, lo succiono hasta que parece que se derrite en mi boca. Poco a poco nos hemos colocado de tal forma que ella puede acceder al mío y me regala una buena felación. Disfruto y así se lo hago saber. De vez en cuando paso a lamer sus colgantes testículos, muy bien depilados y arreglados y mi lengua se deleita por momentos con su sabroso ano, sintiendo y oyendo como ella gime de placer, diciendo el como le gusta.

Después de un buen rato de placer y de forma casi sincronizada, paramos y nos volvemos a besar y me regala unos breves momentos con sus sabrosos pechos. Me pregunta que si me gusta hacer de todo (claro que si, lo estoy deseando), me coloca un condón y me dice que me tumbe boca abajo que me va a follar. Obedezco como fiel sirviente, se prepara, colocando ella el suyo y semitumbandose sobre mi empieza a encularme.

Lo hace de forma suave y sutil, sin que produzca casi dolor, sin prisas pero sin pausa, dejando latidos de placer en mi retaguardia. De vez en cuando acerca su cara a mi nuca, preguntando si me gusta, a lo que contesto afirmativamente regalando mi lengua para que me la saboree. Bombea y bombea sin pauta y en unos breves minutos algo en mi cambia, sintiendo un gran placer y haciendo que un orgasmo incontrolado me inunde, lanzando un torbellino de semen dentro del condón que llevaba puesto. Me preguntó que si ya estaba, que estaba sorprendida y le explique que hacia mucho tiempo que no experimentaba aquella sensación de placer anal, ese toque de interruptor que algunos experimentamos en muy raras ocasiones. Que maravillosa experiencia.

Nos relajamos y nos limpiamos, y mientras hablábamos ella juguetea con mi entrepierna y en unos minutos los dos estamos otra vez a tono. Nos volvemos a preparar y ella me hace saber que necesita volver a encularme poniendo de nuevo un condón y así lo hace. Esta vez me coloco a cuatro y mientras me enviste yo le hago saber que me gusta empujando y lanzando mi cuerpo para la penetración sea lo mas profunda posible. Me miro en el espejo y esa visión me excita mucho y agarro con mi mano su nalga invitando a penetrarme mas y mas. Al fin llega su momento y se corre dentro de mi, pasando de la máxima excitación al relax repentino. Caemos rendidos y el tiempo se nos ha echado enzima.

Después de un momento disfrutando de lo vivido me invita a una ducha, agradecida y bien recibida por mi parte. Y después de las correspondientes despedidas, dos besos, un hasta luego y abandono el piso con la sensación de haber pasado un rato inolvidable.

Le había pedido permiso para poder escribir la experiencia en esta pagina, la cual conocía y así lo he echo para poder compartirla con vosotros.

Gracias, Beredice.


Berenice