Si habéis llegado hasta aquí os estaréis preguntando qué coño tiene que ver esto con el relato de mi encuentro con Claudia Mora en la histórica (¿histérica?) fecha del pasado uno de octubre. Es difícil encontar mujeres que sean capaces de seguir el rollo de la abyección/degradación masculina. Jeanne , al fin y al cabo una niña pija del barrio de Passy, confunde la pulsión con el amor y cuando Paul le pregunta "¡harás eso por mí?" no sólo le responde que sí sino que "y más, y todavía peor". Y ya se sabe que los amores sacrificiales y sublimadores terminan con el asesinato hegeliano: en el momento que Paul le dice su nombre, Jeanne se lo carga de un certero disparo (con la pistola de su papá, que así se las ponían a Freud) y él, tras contemplar por última vez los tejados de París (y pegar el chicle en la barandilla del balcón) muere en posición fetal, con el énfasis del travelling hacia atrás y el solo de saxo de Gato Barbieri que tan popular se hizo en la época.
Claudia y yo teníamos pendiente un encuentro desde el primero de año, fecha en la ni ella ni yo estábamos muy finos por la resaca de la noche anterior. El que éste se haya producido nueve meses exactos después es fruto del azar y de la oportunidad. Le pido que me reciba desnuda y así lo hace. Claudia tiene uno de los rostros más bellos que conozco, con los pómulos de modelo muy bien colocados y unos ojos brillantes, color avellana, enmarcados por el arco de sus cejas. Insisto en ello porque las fotos no le hacen justicia y le dan una cierta dureza de rasgos que nada tiene que ver con la dulzura que desprende en la realidad. Tiene una piel color canela y un culete perfecto que hace juego, en volumen y tersura con sus deliciosas tetas. Le digo que, aunque vengo recién duchado, me brindo con gusto a que me lave los bajos en el bidet. Y aquí empieza la buena química entre ella y yo. A mí es algo que me da morbo y a ella también. Me enjabona la polla y me la pajea con suavidad. Para el lavado de ojete me vuelvo hacia ella para estar más cómodo. En esa posición, su polla negra- destaca en su piel morena de verde luna- me queda a tiro de boca y le hago una larga e intensa mamada. Es corta y gruesa, como a mí me gustan y responde al rechupeteo poniéndose dura. De camino a la cama, delante de mí, me ofrece el espectáculo de su cuerpo cimbreante, sin un gramo de grasa, y las ondulaciones de sus nalgas. Como ya sabe de qué pie cojeo, me suelta un escupitajo en la cara y me dice: "Te voy a follar, puta.Te la voy a meter hasta los huevos".
En la cama, segunda complicidad. Le digo que me vuelven loco los mordiscos en las tetas. Mientras me muerde, hago lo mismo con las suyas y me pide que insista en la izquierda, que la tiene más sensible. Erección del pezón, mientras pajeo su polla. Tercera y definitiva complicidad: "Dime guarradas que me la pondrás más dura para ti, puta". Le digo: "La próxima vez, antes de abrirme el portal, vas a cagar y lo primero que harás será ofrecerme el culo sucio para que te lo limpie con la lengua". Amigos míos, me voy a acordar siempre de la vibración de su polla en mi mano, de lo caliente que la sentí en mi boca. Me dio por culo yo abierto de piernas en el borde de la cama y ella de pie apuntando a mi ojete. En el bombeo, su gordo carajo estaba aún más caliente que en mi boca. No quiero que pierda la ereciión y le sigo contando guarradas: "Y me cagarás en la boca un buen cagarro y lo mezclaré con la leche de los condones que tengas en la papelera" Y es entonces cuando noto la suprema embestida de su trabuco hasta los cojones. "Cerda, quieres mi culo aunque esté limpio", me dice. Nos concentramos en un intenso 69. El cuerpo de Claudia está brillante de sudor y le digo que luego se lo secaré con mi lengua. Me pide que lama bien sus pelotas y que me concentre en ese lugar exquisito que hay entre ellas y el ojete. Noto que empieza a temblar y jadear. Me enchufa su polla en la boca y con un gemido ronco se corre en ella. Leche deliciosa, densa, muy salada. Ahora es ella la que me devora las tetas, pajeándome mientras me corro entre rebuznos de placer.
Claudia es, como yo, una libertina digna de Sade, que se excita con su propio discurso. Es altamente recomendable



Un relato intenso y con antecedentes Moshi, felicidades, me ha encantado tu enfoque. Claudia me pone, siempre lo ha hecho aunque nunca nos hallamos encontrado. Sigue siendo mi primera asignatura pendiente y sabiendo lo que le ponen las palabras, más aún.
Magnífico relato de mi compadre Moshi, quizá la experiencia fue menos guarra que las reales que solemos practicar aunque oníricamente estuvo presente la escatología más extrema. Espero que con la Diosa Alana que está actualmente en nuestra ciudad podamos alcanzar las cotas de cerdería que nos domicilían en una pocilga. Para ello posee una de las pollas más perfectas que jamás vi, un cilindro regular, largo, grueoa y permanentemente erecto, la dueña es un diablo en la cama y una dama en la calle.
gracia por compartirlo, impresionante relato!!