La violación de Amy
Amy parecía que no se sentía cómoda conmigo ya que no hacía nada de lo que todas las profesionales en Thailandia suelen hacer para calentar y convencer al cliente. Cuando acaricié su pierna hizo incluso un amago de retirarla. Al preguntarla que ocurría, si era por algo que había dicho o porque yo no le gustaba me contestó que sentía mucha vergüenza con todos sus clientes, también me confesó que yo parecía mejor que los últimos que había tenido.
En ese momento me pensé seriamente si elegía a otra o daba una oportunidad a Amy que más que una chica de la noche parecía un pajarillo caído del nido. Fue esa sensación de indefensión lo que me convenció para que siguiese con ella ya que tenía el presentimiento de que si lograba atravesar sus defensas y ganarme su confianza la recompensa iba a ser descomunal.
Poco a poco, y a base de ir contándonos cosas mientras jugábamos a pasatiempos de bar (dados, 4 en raya…), fuimos intimando. Por ejemplo ella me explicó que los bares les pagan un fijo mensual muy pequeño, que cada ladydrink (invitaciones de los clientes) les deja parte de beneficio y que el bar no se mete en lo que ella pida a los clientes por tener sexo. Después de un buen rato ya estaba más sonriente y comunicativa pero todavía distaba mucho de ser como el resto de sus compañeras, panteras dispuestas a saltar sobre el primer cordero con dinero que pasase delante.
Cuando creía que ya empezaba a estar madura acerqué mis labios a los suyos y ella reaccionó como si la pinchase con un alfiler. Con cara de sorpresa dio un respingo hacia atrás en su taburete. Yo me volví a quedar cortado y ella al darse cuenta me tomó una mano y me susurro: “no here, later, in room, ok?”. Allí empecé a darme cuenta que tenía razón en cuanto a la recompensa que podría recibir. Comenzaba a abrirse el cofre y en su interior se prometían montañas de monedas de oro y joyas sin igual.
Seguimos tomando algunos tragos más, ella siempre zumo de naranja, hasta que llegó el momento de hablar de negocios. Me pidió 1000 baths, yo me esperaba una cifra por el estilo pero se me ocurrió una idea, la regateé un poco diciendo que era el final de las vacaciones y me quedaba poco dinero. Rebajó hasta 800 dejando claro que no podía hacerlo por menos, que necesitaba ahorrar pues quería operarse el pecho el año siguiente. Yo, echando teatro, hice como que me lo pensaba y cuando Amy ya esperaba la típica negativa del tío rata que le parece caro algo que en su país cuesta 10 veces más, la sorprendí diciéndola que estaba de acuerdo con 800, pero que si conmigo se comportaba de manera especial le daría 1000. La chica se quedó sin terminar de entenderme; “primero me regatea el precio para dármelo luego de propina” debía de pensar pero finalmente sonrió ante una propuesta tan original y absurda.
Aún faltaban 2 horas para el cierre de los bares y no pensaba esperarme para ahorrarme la multa del local, ¡si hombre!, cualquiera hubiera hecho callar los quejidos de mi polla todo ese rato, así que pagué mientras Amy desaparecía en los vestuarios. Cuando reapareció llevaba un vestido muy poco erótico (el de la foto) en comparación de su micro short y el top que lucía en el bar. Pero por otra parte también he de decir que ahora si estaba totalmente camuflada de chica 100% que hubiera terminado su jornada en un puesto del mercado.
Cuando comenzamos a ir hacia mi hotel Amy me dijo que conocía un lugar al lado mismo donde alquilaban cuartos muy económicos. La respondí que no se preocupase por eso que en mi hotel no la pondrían pegas y que estaba muy bien con A/A, nevera con bebidas, tele para poner la MTV y relajarnos... Entonces a Amy le volvió a aparecer el gesto temeroso mientras me pedía por favor que fuésemos donde ella decía. Como yo insistí en lo que me parecía la mejor opción, mi cuarto, ella llegó a decirme que si el problema era el precio de la habitación ya lo pagaba de su bolsillo mientras me imploraba con la mirada.
No se que pensareis vosotros, yo cuanto más lo pienso más claro veo que la pobre había debido tener algún episodio violento con algún cliente y prefería jugar en su campo antes que ir a terreno visitante, pero en aquel momento por mi imaginación pasaron escenas de siniestros chinos con afilados cuchillos esperándome detrás de la puerta de la habitación y a punto estuve de mandarla a paseo. Afortunadamente mis bajos dieron su opinión y claro, 3 contra 1 (huevos y polla vs. cerebro) se salieron con la suya.
Amy volvió a mostrarse relajada mientras nos dirigimos al hotelucho. Ni que decir tiene que no la dejé pagar el cuarto con lo que se mostró todavía más contenta. Su mirada me decía gracias y el esbozo de sonrisa me indicaba que arriba iba a ser su turno para devolverme los favores.
Afortunadamente el cuarto no era tan cutre como el de la primera vez en Bangkok aunque el mío era bastante mejor.
Nos sentamos en la cama y la tomé por las manos mientras, de la manera más delicada posible, fui intentando comenzar una noche mágica.
Podréis pensar que hace falta ser bien tonto comportarse como en la primera cita con una chica “bien” cuando estás con una escort que en el fondo lo hace por dinero. Lo se, pero tendríais que veros en aquella situación para entenderlo. Los sentimientos y sensaciones son muy difíciles de describir y en aquel cuarto, aquella noche, nada se parecía a una relación de pago. Amy no iba a fingir en absoluto, me lo había estado demostrando desde que la vi, si quería recibir algo de afecto por su parte debería ganármelo a pulso, de otro modo iba a ser como hacerlo con una muñeca hinchable viviente.
Quizá no me comprendáis, que prefiráis no complicaros la vida en vuestras aventurillas –yo te pago y tú haces lo que te pida-, me hago cargo; pero también os digo que la intensidad con que viví aquella experiencia hace que, hoy en día, todavía se me ponga el vello de punta al recordarlo.
De vuelta a la cama del cuarto, mientras la sostenía las manos fui acercado mis labios a los suyos. Ella los entreabrió mientras cerraba los ojos (no podría ser de otro modo). Mi primer beso fue un simple roce, luego fui pasando mis labios por su mejilla mientras la cubría de fugaces y delicados piquitos. No había prisa, tenía que tomarme mi tiempo hasta hacerla reaccionar. Seguimos cubriéndonos de besos el rostro, las lenguas aún no habían hecho su aparición, quería que Amy diese el primer paso pero la estaba costando decidirse.
Cuando mordisqueé el lóbulo de su orejita gimió por primera vez, así que dejé aquello para ponerme frente a sus ojos y, como en cámara lenta, acercar mi boca a la suya. Esta vez fui yo quien los cerró mientras ella me contemplaba. Cuando nuestros labios chocaron, al instante sentí una breve caricia húmeda. ¡Por fin su lengua había aparecido!
Fui abriendo más la boca para darla confianza y que no temiese entrar. Al volver a notarla, esta vez unida a la mía, comencé a responder a su petición de guerra. Ella estaba totalmente receptiva y la sesión de besos fue de las más prolongadas que he tenido nunca.
Mientras nos devorábamos mutuamente fui precavido y no la acaricié la polla ni una sola vez; las tetas por encima del vestido sí, pero me planteé hacer una lenta aproximación a su sexo cuando tocase ya que tan buenos resultados había obtenido con su boca.
Cuando nos deteníamos para descansar y respirar profundamente yo aprovechaba para mirarla con arrebatamiento y susurrarla las cosas que les gusta oír a las chicas, bueno todo menos “te quiero”. Una cosa es pasarlo bien y otra es jugar con los sentimientos.
El ambiente estaba ya al rojo vivo y yo sentía casi dolor en mi bajo vientre de la calentura que llevaba, pero debía seguir conteniéndome, adaptarme a sus reacciones.
Entonces la sugerí que pasase al cuarto de baño a refrescarse y desnudarse pidiéndola que no se desprendiese de toda la ropa cuando terminase. Cuando salió del baño iba envuelta en una toalla. Yo ya había apagado la luz del cuarto y quitado la cubierta de la cama dejando únicamente la sábana, le hice señas de que se metiese dentro y me esperase.
Cuando salí del baño yo también portaba una toalla enrollada a mi cintura, pero nada debajo. Amy se había desprendido de su toalla y me miraba con interés desde el interior de la cama cubierta por la sábana hasta los hombros. Antes de tumbarme con ella dejé la luz del baño encendida y la puerta casi cerrada para que hubiese algo de iluminación en el cuarto sin que fuese demasiada y Amy se sintiese más a gusto. Todas estas operaciones fueron seguidas atentamente por ella mientras las aprobaba con risitas y palabras en thailandés.
Una vez dentro de la cama me saqué la toalla. Ella no resistió la curiosidad y abrió la sábana para ver mi miembro pero yo, siguiendo el juego, no se lo permití. Cuando empezó a protestar como una niñita a quien quitase su piruleta, la besé y nuevamente volvimos a usar nuestras bocas de forma ardiente y pasional.
Mis manos acariciaban sus pechos, esta vez desnudos, para descubrir con inmensa alegría que no era totalmente plana como creía. Por suerte no todo el volumen que se adivinaba bajo el top se debía a relleno. En la colección que colgué en la sección FOTOS podéis haceros una idea de como eran, luego los operó y los dejó aún más bonitos, tal y como se ven en las fotos con la etiqueta de 2003.
La temperatura de Amy seguía subiendo, ahora ya estaba empezando a desprenderse del pudor y su mano bajó hasta mi enhiesto cipote. Entonces sí que retiró la sábana para mirarlo. Yo la dije que estaba así por ella, que me parecía la chica más hermosa de Thailandia y que me haría el hombre más feliz del mundo si me permitía demostrarle lo que la deseaba.
No os riáis de mí, se que suena ridículo pedir permiso para algo por lo que has pagado, pero con Amy nada fue como con el resto de las chicas de las vacaciones.
No se hizo de rogar, sus labios comenzaron la exploración. Lo pegaba a su cara para sentir todo su calor y lanzaba risitas que todavía me calentaban más. Finalmente lo aceptó dentro de su boca y con apetito empezó un trabajo que sí bien no tenía la maestría de Kwang o Mali, lo compensaba por el cariño con el que lo hacía.
No fui capaz de aguantar mucho rato, en realidad tampoco deseaba seguir mucho tiempo, necesitaba correrme ya y vaya si lo conseguí.
Amy recibió toda la corrida en su boca y yo diría que la paladeó antes de levantarse al baño y enjuagarse la boca. Menos mal que hizo eso último, si no lo hubiese pasado mal al volver a besarla.
De vuelta a la cama se juntó todo lo posible a mí y en esa posición nos quedamos un buen rato. En ese tiempo fui pensando que había encontrado lo que buscaba, una bonita LB con un comportamiento más parecido a la vecina de al lado o una compañera de clase que a una chica de alterne. Estuve pensando en decirla que siguiese conmigo el tiempo que me quedaba en Phuket, que no fuese al bar esos días. En cuanto a mis colegas, seguro que no notaban nada y si lo hacían me importaba un comino.
Imaginé lo maravilloso que sería ir a la playa en su compañía, alquilar un ciclomotor y que ella me hiciese de guía por la isla, acudir a restaurantes y probar lo que ella me recomendase, hacer las compras siendo ella la que me dijese si me estaban cobrando mucho o era buen precio... Reconozco sin vergüenza que me estaba empezando a quedar un poquito pillado de Amy.
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