Su ubicación en la calle 26, la principal vía comercial del barrio en el suroeste de la ciudad y reconocida por su pujanza, es muy discreta.
En una noche de sábado ese tramo de la calle está muy concurrido, hay olor a comida mexicana en el aire y las joyerías y boutiques atraen la atención con su cartelería luminosa y muy colorida.
En el medio de todo el ruido hay un acceso muy discreto a un bar, detrás de cuyas puertas una clientela que solamente habla español se congrega para ver dos presentaciones diarias de hombres vestidos de mujer, con mucho maquillaje y peinados exóticos, que bailan seductoramente y doblan canciones de artistas latinas de renombre como Thalía o Paulina Rubio.
Bienvenidos a "La Cueva", un lugar histórico de la noche de Chicago inaugurado hace 40 años y que se ha convertido en centro de la comunidad LGBTQ (Lesbianas, Gay, Bisexuales, Transexuales y Queer), pero que también tiene una clientela respetable de vecinos mexicanos y curiosos.
"Somos seres humanos como todos. Aquí lo único que hacemos es divertir a la gente con un espectáculo que es familiar", dijo a Efe Vanessa Dorán, una de las artistas más antiguas de la casa.
"Vengan a conocer el mundo de La Cueva. Aquí se trata a todo el mundo con mucho respeto, sin importar religión, raza o sexo. Vengan que el mundo de La Cueva los va a maravillar", invita.
No todos los vecinos están de acuerdo con el funcionamiento de "La Cueva" en La Villita, pero el club ha sobrevivido a innumerables peticiones que exigen su cierre. Inclusive, el administrador se ha convertido en presencia repetida en las reuniones de la iniciativa de policía comunitaria o CAPS, que busca involucrar a los vecinos en la vigilancia del barrio.
Ante la pregunta de cómo un bar de travestis puede ser exitoso en un barrio mexicano tradicionalmente machista, Vanessa dice que en los doce años en que ha trabajado en "La Cueva" todas las chicas, además de "talentosas y bellas", tratan bien a los clientes y se prodigan para lucir muy bien.
"Todo a fuerza de un buen billete, de vanidad y de arreglarnos muy bien. Es duro, hay mucho dolor y esfuerzo. Pero también me agrada ver que a mucha gente le agrada más mi actitud sobre el escenario que mi físico", agregó.
En su vida anterior, antes de llegar a Chicago, Vanessa trabajó en el campo en México. "siempre soñando con hacer lo que hago ahora", dijo.
Paola Ríos nos habló sobre la transformación del cuerpo de los travestis, que en su opinión demanda alrededor de unos 15 años "desde la primera inyección de hormonas".
"Hay que ponerse mucha hormona para que se suavice la piel y uno se vea más femenina", dijo.
"También hay quienes nacemos para esto. En mi caso recuerdo que de niño era muy afeminado, era varón con cabello largo y a mi madre le preguntaban cómo se llama su hija. Después me hice cirugía en la nariz e implante de siliconas", recuerda.
"Qué parte de mi cuerpo me gusta más, pues las 'pompis', mis pechos", respondió.
Paola dice que la cantante y actriz mexicana Thalía en su favorita porque "cualquier gay quiere ser como ella. Bella, alta y muy delgada. Yo me siento así cuando interpreto alguna de sus canciones".
Ella dice que se transforma cuando sube la cortina. "En cuestión de segundos uno se transforma y se mete de lleno en el papel del artista que está interpretando. Es muy bueno que te admiren, que te aplaudan y claro, que te den un dólar".
Al hablar sobre el machismo mexicano del barrio, Paola opina que "muchos de ellos se encuentran entre nuestro público. Vienen a sacar esa persona que tienen adentro, y aquí nadie los critica o los ve mal".
Jaqueline Diván es mesera y también sube al escenario. Ella ha observado que "hay muchas parejas que vienen por el show", y que en "La Cueva" se sienten libres.
"Aquí nadie los molesta. Buscamos respeto y también respetamos", afirmó.
LA CUEVA SHOW TRAVESTY CHICAGO IL
OK.
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